– Hombre ¡qué sorpresa!
– ¿Qué tal tío? ¿Cómo estás?
– Pues mira, ando con mal cuerpo.
– ¿En serio? No se le nota nada a tu cuerpo.
– Te digo que ando mal.
-¿Te duelen las piernas?
– No es eso, no.
– ¿Entonces?
– Que no me siento bien.
– ¿Quieres un consejo? Si no te sientas bien y no son las piernas, camina.
– Mira, déjalo… A ti te veo bien.
– Pues no sabes lo que me alegro de que estés bien de la vista.
– Ya… me tengo que ir. Hasta otro día.
– Hale, venga, hasta otra. ¡Nos vemos!