Salgo a la terraza, podo los rosales, arranco unas malas yerbas, me miro las uñas: están negras. Entro en casa, me lavo las manos, me cepillo las uñas. Visto bueno y a la cocina. Preparo unos calamares, en su tinta. Me miro las uñas: están negras. Me lavo y cepillo de nuevo. Menos mal, pienso, que ahora dibujo con tiza. Por lo menos no se me pondrán las uñas negras.
