De esta ciudad, que se desparrama al borde del mar,
que se va, languideciendo hacia el infinito
aplastado por el sol, aplastado por la bruma,
aplastado por el indeciso color de las horas de tránsito,
que allí donde la tierra se arremanga del agua
se vuelve línea perenne y férrea, navegable para otros,
desconocido borde del mundo imaginado antes de mí por todos…
De esta ciudad me quedo, fundida con su gris sustancia.
De este infinito me quedo, aplomada en el presente.
De esta línea me quedo, sin líneas, sin palabras.
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