Como una paloma que bajo la tormenta
busca rauda la improbable protección de un alero
y en su descenso diagonal traza
un ángulo agudo con cada gota de agua,
así busco yo el amparo de cualquier recoveco
en la fachada en la que habito, que me resguarde
de las miríadas de razonamientos cartesianos
que caen sobre mí como escuadrones mortales.
Coged escuadra y cartabón, niños,
dibujaremos una línea recta en el aire
que niegue el quebrado recorrido del rayo.