No es que tenga las piernas juntas,
es que cuando estoy de pie
mis muslos se rozan.
Entre ellos se escurre
un reguero de sangre
y un repentino coagulo se estrella,
en el suelo de porcelana.
En el borde de la bañera un puñado
de pelo gris habla de contradicciones.
Capitán Ahab,
mira cuánta sangre y espuma.
Nos hacemos viejos, querida,
pero sigue habiendo ballenas.