— Mira, ¿qué es esto?
— A ver, destápalo… Mmmm… es una idea. No respira.
— ¿Está muerta?
— Es difícil saberlo. Las ideas son impredecibles.
— Si no respira…
— No pasa nada. Le puede dar una ventolera y salir volando.
— No hace viento.
— Ellas se dan su propio aire. Lo mejor es que tengas cuidado.
— ¿Y qué hago?
— Átale una cuerdecita, por si acaso, que no se escape.
— ¿Por aquí?
— Sí, por ahí mismo. Que sea larga.
— ¿Y luego?
— Te la guardas, y si ves que se mueve y empieza a levantar, dale cuerda. ¿Dónde te la has encontrado?
— La encontré esta mañana en la almohada.
— ¿Podría no ser tuya?
— Podría, no sé. Se largó antes de amanecer.
— Si es suya a lo mejor vuelve a buscarla.
— No lo creo.
— Bueno, si alguna vez despierta puede que sepamos de dónde viene. Mientras tanto…
— Mientras tanto nada. Esta idea es mía para los restos.