¿Por qué se dice vete tú a saber? Pues… ¡a saber! ¿Quién sabe? He buscado la respuesta con la vaga esperanza de que fuera una deformación de la frase latina “Sapere aude”: “Atrévete a saber”. Para mi desgracia he caído en Yahoo Respuestas: el maremágnum del disparate, en donde la mitad de los que responden no saben la respuesta, la otra mitad no entiende la pregunta y el 75% no ha oído jamás hablar de la ortografía. Es un mundo al revés, en el que el ciego quiere guiar al tuerto.
Concedámosle al tuerto el beneficio de la frase latina al completo, que, por cierto, es de Horacio: Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, / incipe (Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza). El conocimiento ligado a la acción: emprender un camino, hacer un viaje, caminar por un paisaje y ser consciente de que todo lo que se nos ofrece a la vista, allá en el horizonte y en los márgenes del sendero por el que transitamos, es aquello que desconocemos y probablemente nunca abarcaremos, aunque de vez en cuando nos salgamos de la ruta y vayamos de picnic por territorios inexplorados.
No hace falta acudir a la mística oriental: desde Cervantes hasta Kerouac nos dicen que el aprendizaje está en el camino. Pero no basta con la experiencia iniciática, amigos de la Universidad de la Vida, entusiastas solventadores de dudas en Yahoo Respuestas. Aunque muchos nos quedemos por el camino (lo mío, ya sabéis, es el deambular sin rumbo, el picnic y el picoteo), el objetivo del aprendizaje es el conocimiento.
Sapere Aude es el lema adoptado por muchas universidades. Ya lo dice el refrán: “quien quiera saber, que vaya a Salamanca”, en donde se encuentra la universidad más antigua del mundo hispánico, la tercera más antigua de Europa. De hecho, fue la primera institución educativa europea que obtuvo el título de Universidad, en 1252. Podéis buscarlo en la Wikipedia sin moveros del sitio.