El aire está limpio. El viento sacude los toldos y barre las nubes. En un claro, media luna asoma. El frío se cuela por cada rendija y la mañana no ha hecho más que comenzar. Todo es una contradicción, dice una voz interior:
Nunca el aire está limpio en la ciudad.
Los toldos son cosa del verano.
Barrer es acción pegada a tierra.
La luna es planeta nocturno.
Las rendijas no tienen que ver con las mañanas.
El invierno te afecta, querida.
Cállate, estúpida -me rebelo – y mira cómo giran los molinetes en la punta del árbol de Navidad.
Bello, con gracia, releible.
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