Camina a buen paso: unos treinta años, estatura mediana, delgado; pelo castaño, un poco largo y rizado; nariz ganchuda. Con el brazo derecho sujeta una gran caja de cartón que lleva sobre el hombro y con la mano izquierda, el teléfono:
– Fui por la mañana y estaba la rubia, pero volví otro día por la tarde y estaba la morena regordeta, la que da más juego…
Lo dice sin ninguna entonación especial, sin intención. Es como si el significado de lo que dice no tuviera nada que ver con las palabras que ha elegido.
Me quedo intrigada, la verdad.
Creo que una cosa que no me gusta nada cuando viajo fuera es perderme estos retazos de conversaciones. Resulta difícil oír en otro idioma, se ve uno forzado a escuchar.