No estoy hecha para la filosofía, para la estética… no ato cabos. Quizás porque leo en el metro mi lectura se acompasa casi sin notarlo yo con los tramos de luz y oscuridad y comprendo y no comprendo alternativamente. Aun así, lo sigo intentando porque me divierte esta persecución del fogonazo, del párrafo que se convierte en fuegos artificiales que, oh tragedia, se extinguen al llegar a la siguiente estación. Me da que esta afición mía por leer ensayo en movimiento tiene que ver con el deseo de novelar: con el libro en la mano voy moviendo el pensamiento de aquí para allá y es así como se produce la acción. Porque el ensayo –reconozcámoslo- tiene muy poca acción y toda se desarrolla en el mismo plano, el plano de las ideas. O, en mi caso, el plano del metro.
Dedicado, con cariño, a Isidro Blasco.
Isidro Blasco, “Above an below the L train”, 2016