Tengo un plan

Tengo un plan, pero es un plan secreto y no lo puedo contar. Además es un plan a largo plazo, por lo que está sujeto a múltiples contingencias. Una de ellas es que viva yo cien años, en un estado físico relativamente aceptable y con la suficiente claridad mental. Por eso todos los días le pido al dios de los artistas que mantenga alejado al Terrible Godo. Y, en caso de que el Godo Alzheimer se adentre en mi cerebro de vía estrecha, negociaré con él. Le diré: puedes llevarte los rebaños de recuerdos que pacen en los valles y los que balan perdidos en las quebradas, pero no los que vienen a beber a mis pilones; también puedes llevarte el mineral autodestructivo que acumulo en las galerías que he excavado durante años, y hasta la llave de la mina, si sellas bien la entrada; puedes llevarte mis pensamientos buitre y mis pensamientos cuervo, pero no las ideas flechavencejo; y puedes llevarte también las nubes de lágrimas y todas las conchas que el mar ha traído a mis playas. Si con todo esto no tienes suficiente, aún te ofrezco el corazón negro y seco que, como un cordón umbilical, guardo no sé dónde. Si el Gran Godo se conforma con este trato y mi plan da resultado, podré reírme durante un tiempo, aunque con cada sonrisa me salga una arruga nueva y me quede sin aire en cada carcajada.

Feliz Año Nuevo.